viernes, 2 de enero de 2009

Veg(etari)anismo: ¿opción, omisión, obcecación o evasión?

. . .
NELSON MÉNDEZ

[Publicado en EL LIBERTARIO, Caracas, # 37, 2004]

El artículo de Johnny Castro "Veg(etari)anismo: más que una opción de alimentación", publicado en El Libertario # 35, p. 13, invita a reflexionar en torno al renovado interés que sobre este tema hay en la escena alternativa radical, incluyendo el ámbito anarquista donde no es extraño encontrar personas y grupos que consideran este aspecto como fundamental para su identificación como libertarios, por ejemplo calificándose a si mismos como "anarcoveganos". Siendo así, vale la pena examinar si, como lo sugiere Johnny y lo proclama el anarcoveganismo, es imprescindible asociar al anarquismo con los principios en que se fundamenta el vegetarianismo, o su versión más vehemente el veganismo (las diferencias entre ambos conceptos se explican en el artículo comentado). Veamos entonces esos principios para comprobar si ese enlace es posible y/o deseable.

Ante todo, es básico entender lo que se asoma desde el mismo título del artículo de Johnny: estamos hablando de un vegetarianismo que al ir más allá de ser una opción de alimentación se convierte en una ideología, una visión del mundo construida desde la perspectiva peculiar de un grupo y con exclusión de otras visiones. Esto es diferente a lo que se puede llamar vegetarianismo pragmático, entendido como una conducta dietética basada en consideraciones objetivas de salud, sin intentar extraer de tal práctica consecuencias éticas y sociales como si lo asume el vegetarianismo ideológico. De hecho, sobre el vegetarianismo pragmático lo apropiado es una discusión en el terreno de las Ciencias de la Nutrición, por ejemplo como aparece en el muy completo y actualizado estudio de S. Dingott y J. Dwyer: "Vegetarianism: healthfull but unnecessary", accesible vía Internet en .

Para comer pan con pan

La ideologización se evidencia de partida en una constante argumental típica del vegetarianismo principista, del cual lo que escribe Johnny es buen ejemplo: insistir mucho más en las motivaciones anti-carnívoras que en los efectos positivos del consumo de productos vegetales. Como ya hace tiempo descubrieron las religiones autoritarias institucionalizadas, una ideología se puede construir eficazmente sobre preceptos de restricción y renuncia, de ascetismo y culpa, de abnegación y austeridad. El rechazo al consumo de carne es perfecto para tales fines (¡no es casual que lo practicasen y promoviesen tantos fanáticos religiosos!), mientras que proclamar las virtudes objetivamente sustentadas del consumo de vegetales parece haber sido bastante menos atractivo como soporte para construir ideologías sectarias.

A la hora de discutir sus supuestos, el vegetarianismo ideológico es tendencioso y selectivo, en especial al apuntar evidencias nutricionales en contra del consumo de productos de origen animal o al tratar los eventuales riesgos carenciales de las dietas vegetarianas. Tanto el trabajo de W. Jarvis "¿Por qué no soy vegetariano?" , como el website en inglés "Beyond veganism" , revisan con detalle la argumentación del vegetarianismo ideológico, concluyendo en que continuamente se exagera lo favorable y se menosprecia lo desfavorable a dicha ideología proselitista.

Como se anotaba antes, aquí se está más bien frente a un "anti-carnivorismo", lo cual queda bien expuesto en la recopilación de los argumentos anti-carnívoros típicos que resume el texto de Jarvis:
- religiosos, insistiendo en que Dios no diseño a los humanos para comer carne, aparte del carácter "sagrado" de la vida animal por lo que debemos respetar sus lapsos de existencia natural;
- ético-estéticos, ya que matar animales es repugnante y degradante;
- económico-ecológicos, afirmando que la crianza de animales siempre supone un uso ineficaz de recursos alimenticios vegetales y de la tierra; y
-biológico-nutricionales, pues los productos animales contienen diversos elementos nocivos para la salud humana (toxinas, bacterias, acido úrico, etc.) y sus nutrientes son de deficiente calidad.

Vale que destaquemos los equívocos e inconsistencias de esos argumentos:
1) Se obvia el hecho de que en la naturaleza hay cadenas alimenticias (donde unos se comen a los otros) y condiciones de existencia que impiden a la gran mayoría de los animales que nacen subsistir hasta el límite genético de longevidad de su especie, que en muchos casos tampoco está muy claro cuál es. Además, nuestro proceso evolutivo como especie y las múltiples prácticas dietéticas han aplicado las sociedades humanas desmienten un supuesto diseño divino para el vegetarianismo. Sin mencionar el problema de determinar cuál es el auténtico Dios que da la apropiada sacralidad a la vida, pareciera que el vegetarianismo ideológico supone que hay vidas que son más sagradas que otras, como diría Orwell, pero en términos biológicos un grano es tanta promesa de vida como el huevo de un ave o un feto. Esta gradación de los seres vivos fácilmente puede extenderse a todos en general ya que si la deidad del caso bendice matar cruelmente una zanahoria arrancándola de la tierra pero no una vaca, bien pudiera hacer lo mismo con los infieles frente a los fieles.
2) ¿Cómo pueden definirse conceptos de lo que sería repugnante y/o degradante para toda la humanidad?: las distintas perspectivas culturales y psicológicas harían inútil cualquier esfuerzo en ese sentido.
3) Es equivocado decir que toda área de crianza sea utilizable para producir eficientemente alimentos vegetales y suponer que todo lo vegetal que se consume en la crianza animal podría ser consumido con los humanos. Ecológica y económicamente se trata de procesos complejos que no pueden describirse con semejante facilismo.
4) También, y en similar medida, se encuentran elementos dañinos para la salud en los alimentos vegetales, sin olvidar que las colectividades humanas con mejores registros en cuanto a resistencia frente a las enfermedades y longevidad suelen ser comunidades con alto consumo de productos de origen animal, es decir, los pastores tienden a vivir más que los agricultores. De los aproximadamente 140.000 años que tiene el humano moderno sobre la Tierra, apenas los últimos 10.000 han existido sociedades que centran su alimentación en los granos y vegetales.

Inconsistente, como pasapalo de yuca

Por lo demás, en la pesquisa para escribir esta reflexión, encontramos otra línea argumental que puede enlazarse con el anti-carnivorismo: la defensa de los Derechos de los animales, expuesta con todo detalle y claridad en el website en castellano de Animal Freedom . Lo que se apunta en esa página web sin duda es muy interesante, siendo una enunciación más elaborada a lo habitual entre tantos voceros simplistas del vegetarianismo ideológico. No obstante, cabe una incógnita que pone en duda el supuesto clave de esta línea argumental: ¿es el Derecho una categoría zoológica y/o ecológica?; es decir, nos preguntamos si tiene sentido llevar a las relaciones entre especies un aparato conceptual y normativo desarrollado en el contexto inherente a la especie humana. En cuanto a objeciones mas concretas, un punto significativo aquí es el ataque muy documentado contra las prácticas de la industria ganadera capitalista, en contraste con el silencio que se guarda frente a actividades igualmente condenables de la agricultura capitalista industrializada. Se insiste en que sólo con dejar de comer carne de inmediato la producción de cereales alcanzaría para alimentarnos bien a todos, ignorando que para el capitalismo siempre es más importante el incremento creciente de las ganancias que la satisfacción estable de las necesidades colectivas, por lo que en interés de la humanidad es mucho más urgente un cambio en el sistema socioeconómico que un cambio de dieta. En el hipotético caso de que todos tuviésemos que comer vegetales bajo un régimen de capitalismo privado o estatal, ya veríamos como el acceso a ellos seguiría siendo abismalmente desigual, controlado, regulado, normado en afán de dominación. La aparición de clases sociales y elites que se imponen a sus congéneres fue, en muchos aspectos, el resultado de la planificación, conservación y distribución que se ha asociado con la producción agrícola.

La preocupación por la coherencia entre nuestros objetivos finales y los medios para alcanzarlos es decisiva para quienes adherimos al anarquismo. Por ello preocupa que al vegetarianismo ideológico, como a otras sectas proselitistas, sólo le interesen los medios en tanto meros mecanismos para alcanzar sus fines supuestamente superiores. Manipular argumentos para que concuerden con las propias creencias, colocar la fe dogmática en sustitución de las evidencias objetivas, descalificar sin debatir racionalmente a toda crítica que venga de fuera del círculo de los convencidos; estos y otros mecanismos similares son harto frecuentes en el vegetarianismo ideológico, por lo que tenemos que poner en duda que desde allí sea posible una vinculación coherente con los ideales libertarios como la pretende el anarcoveganismo.

Nota final: Es frecuente que el vegetarianismo ideológico, para ejemplificar la preeminencia moral que le es inherente, recuerde que personajes como Gandhi han sido vegetarianos. Al respecto: ¿por qué se olvida mencionar que también lo fueron Hitler y algunos de sus secuaces?...

. . .

1 comentario:

  1. Saludos, espero revisar con más tiempo tu blog (siempre se puede encontrar algo util no?).

    Un abrazo desde Chile,

    Oscar

    ResponderEliminar